martes, 9 de abril de 2013

Yog-sothoth

Después de haber calmado los nervios un poco más, he decidido ordenar los apuntes de esta primera excursión.
Entre mis notas he encontrado un dibujo que no recuerdo haber hecho, pero atiende muy bien a mi estilo. Os lo dejo para que podáis ilustrar un poco más mi anterior entrada, y aprovecho para describir  un poco la naturaleza de este dios, Yog-sothoth.

Es el segundo en el panteón de los dioses primordiales o primigenios como  Lovecraft definió. Más concretamente pertenece a los dioses exteriores.
Su poder es no estar sujeto ni al tiempo, ni al espacio. En teoría, está en todas partes todo el tiempo. Sin embargo, está localizado en un lugar entre los universos existentes en el cosmos y sólo puede pasar a este mundo através de un portal abierto por un brujo o bruja, lo suficientemente poderoso como para abrir el portal y mantenerlo el tiempo suficiente para que pase.
Hasta ahora sólo se han tenido indicios de que sus vastagos han sido por la cópula con humanas, aunque no se descarta que pueda hacerlos con otras razas alienígenas o simplemente por partenogénesis. Sus retoños se alimentan de sangre de animales y humanos. La morfología de sus hijos varía mucho, como por ejemplo:
 _Cuerpos medio humanos con tentáculos que pueden esconder debajo de un disfraz, no dejan de crecer y sus caras poseen rasgos de macho cabrio.
_Cuerpos tentaculares unidos a una masa informe, viscosa y negra, muy parecida al cuerpo de Yog-sothoth, en la cual conservan únicamente la peculiar cara de sus hermanos menos degenerados.
 Estos últimos sólo pueden ser vistos mediante la magia y hacen perder la cordura a velocidades vertiginosas.
Sin animo de ofender a los creyentes, creo que este primigenio, posee algunos de los rasgos del Dios cristiano: como ejemplo, está su omnipresencia.

lunes, 8 de abril de 2013

Dunwich ("El Horror de Dunwich", H.P. Lovecraft)


Llegué a Boston por la mañana, destrozada, el vuelo había sido agotador.
Aun así, tenia tantas ganas de ver Dunwich que saque fuerzas de flaqueza y me dirigí a alquilar un coche para acercarme a Alysbury y hacer noche en un hotelito de la misma localidad. Cuando llegue los vecinos me recibieron "calurosamente", con miradas de ceño fruncido y movimientos de  desaprobación con la cabeza cuando les preguntaba por algún hotel. No fue hasta pasadas las 6 de la tarde cuando un anciano me señalo la dirección de una de las calles secundarias. A su indicación,  me ofreció amablemente que saliera del pueblo y no volviera, llevaba años sin pasar nada, pero que en el pasado todos los forasteros que se acercaron habían desencadenado fuerzas que no debieron ser perturbadas de su letargo. A lo que yo le conteste que había hecho un camino muy largo desde mi país y que no me iría hasta que encontrara lo que buscaba. El buen hombre, se quedo mirándome con cara de tristeza y me deseó la mejor de mis suertes y el amparo del Dios de los cristianos.
Pasé una reparadora noche en un pequeño hotel de arquitectura de principios del siglo pasado, pero reformado para que no faltara ninguna clase de comodidad de este siglo.
A la mañana siguiente, los amables vecinos me esperaban para despedirse de mi e indicarme la salida del pueblo.
Salí, pero no en la dirección que ellos creían, sino en dirección opuesta, había un viejo puente
que llevaba a la siguiente localidad. Dunwich.
El tiempo había dejado su huella en Dunwich, solo se veían unos pocos ancianos en sus calles y algún
que otro cuarentón que había decidido quedarse en la ciudad de sus abuelos.
Tras un rato observando maravillada la ciudad, decidí que no seria muy amable fotografiarlos, después de todo, si eran ciertas las historias, debían de haberlo pasado muy mal.
Aparque el coche y me encaminé a la colina en la que en mi mapa ponía Sentinel Hill. De camino pasé por la granja de Whateley, que dejó que a su hija la violara Yog Sothoth. Seguí caminando hasta la colina, subí por la ladera boscosa hasta quedar a unos metros de su cima, entre unos arbustos, y el mero pensamiento de
que podría ver las piedras y mesas de sacrificio desde donde se habrían los portales a las dimensiones
de los antiguos, me producían escalofríos, ¿vería al gran dios?
En teoría tendría que invocarlo... Tomé aire y salí de entre los arbustos... ahí estaban, imponentes, las grandes piedras, erguidas, como las habían puesto los constructores del pasado. Seguí hasta estar en el centro, me inundo una gran emoción. Repase todo lo que ponía en las rocas, las toqué e intenté leer los caracteres, lógicamente se escapaba de mi comprensión. Aun así  saqué el Necronomicon y leí el cántico para Yog Sothoth. Cuando hube pronunciado la ultima palabra, un grito estridente y que no procedía de este mundo desgarró la noche. Un portal interdimensional comenzó a abrirse, me quede mirando fijamente aquel vórtice y pude ver al inmenso dios mover sus tentáculos hacia mi, sus miles de ojos me miraban, sus bocas se abrían y cerraban como intentando decirme algo. Cada vez estaba mas cerca de la puerta, podía sentir su aliento, sus dientes lacerándome la piel... pero gracias al cielo, yo no poseo el poder necesario y la puerta se cerró.
Lo siguiente que recuerdo, es dirigirme de nuevo a Boston, sin hacer parada alguna y meterme en la cama de un hotel de 4 estrellas en una de las calles más grandes de la ciudad.

lunes, 1 de abril de 2013

Así empezó todo


Era una mañana plomiza de un domingo de marzo, en el rastro de Madrid. Caminaba aburrida, mirando los puestecitos que se amontonaban a ambos lados de las calles, cuando subiendo por una empinada calle me encontré enfrente de una pequeña y antigua librería. “Tal vez sería buena idea buscar un libro para la vuelta a casa”, pensé. Después de un rato mirando entre los libros, encontré un libro sin nombre en el lomo. Lo abrí con cuidado, y en la contraportada... en letras de imprenta estaba escrito el nombre: El Necronomicón (Al-Azif) por Abdul Alhazred, traducción del siglo XVII.
Es resto estaba escrito en latín y no lo pude traducir en ese momento.
No podía caber en mi de gozo, era el libro del que tanto había oído hablar en los cuentos de Lovecraft, era real...
Me acerque al enjuto librero y pregunté por la procedencia del libro. Me dijo que se había impreso a partir de unas planchas encontradas en una antigua imprenta, que les pareció exótico en su momento, pero que no se vendieron mucho y lo retiraron hace años. No sabía cómo había vuelto a la estantería, pero que me lo regalaba. Insistí en pagarle el precio que el me dijera. Tras un rato pensado, le pareció que 6 euros estaría bien. Pagué y salí contenta de la tienda.
Pasé un año entero estudiándolo... tras lo cual decidí seguir los pasos del Maestro por todo el mundo, y comprobar con mis propios ojos los horrores que acechaban.
Mi primera para sería en Massachussets... ansiaba ver los templos en honor a Yog-Sothoth en Dunwich.


El mundo encierra misterios aun por descubrir sobre los que un hombre, Lovecraft, arrojó una luz en sus relatos. 

Por una nueva sectaria.


Buenas,
En este blog pretendo escribir una especie de Necronomicón, una recopilación de los monstruos y leyendas sobre los que escribió Lovecraft. No pretendo suplantar ni reescribir sus relatos, solamente me sirvo de la narración como hilo conductor. Espero que disfruten leyendo tanto como yo escribiendo e inventando. Al principo de cada entrada, pondré en que relato me he basado, para que nadie reciba "spoilers".

Hasta el siguiente post